Los Disfraces

Bien sabemos todos, que el martes por la noche al personal le dio por disfrazarse por la gran fiesta o "americanada" de Halloween o como quiera que se escriba. Algún día comentaremos por qué antes no se celebraba y ahora sí a pesar de que ponemos verdes a los americanos y luego seguimos todas sus costumbres.

El caso es que había gente disfrazada de mamarrachos por todos sitios, pero yo creo que el peor rato se pasa desde que sales de tu casa hasta que te encuentras con otras gentes disfrazadas. Te subes al metro y al autobus y hay mayoría de gente que va normal, sin traje de mamarracho, y te miran y te da la impresión de que piensan: "mira ese qué pintillas me lleva vestido de..." con sus medias sonrisitas. Y también observas a otros de tu "especie" (disfrazados) que van igual de avergonzados que tú mismo, ya que les observas ir con la cabeza un poco gacha y escondiéndose por las esquinas del metro, aunque esto último puede ser para darle un susto a algún amigo que vaya a pasar pero yendo solos no sé a quién van a asustar...

Cuando por fin llegas al lugar de reunión respiras aliviado, ya que casi todos tus amigos van disfrazados. Lo malo sería que llegaras y ¡te hubieran vendido y no hubiera nadie disfrazado!, menuda noche te esperaría, sería como el viaje en metro de llegar pero toda la noche... Al observar los disfraces de tus congeneres observas que tu disfraz es peor que el de los demás, da igual de qué vayas disfrazado siempre te parece peor el tuyo: si vas disfrazado del Príncipe de Persia con tu corte de elefantes y tus soldados... da igual, el que va de Mazinger te parece mejor. Que vas de faraón de Egipto con todos tus esclavos llevándote al son de tambores y cornetas... da igual, el que va con ese disfraz de caballo que van dos personas dentro te parece infinitamente mejor.

Pasas toda la noche por ahí de fiesta, con más o menos gente disfrazada y notas como se va desmoronando el disfraz: que tenías un bigotitos (como en mi caso) se te cae mil veces y la última encima de una pota que ya no puedes recuperarlo por supuesto, que tienes maquillaje en la cara pues se te va emborronando y guarreando toda la cara según pasa la noche y vas dando besos al personal o simplemente de tocarte la cara, que llevas un pelucón pues estás hasta los huevos de la peluca porque te pica, te vas quedando calvo de peluca, te da calor, pero tienes un honor y no te la quitas con lo que te ha costado conseguirla; y si tienes algún tipo de accesorio de plasticurri de esos que venden en las tiendas de disfraces tipo gorros, espadas, etc... sabes que más de una hora de vida no tienen tampoco con su calidad pésima...

Por último, y no por ello menos importante, te queda el viaje de vuelta que es peor, si cabe, que el de ida ya que tu disfraz está hecho un mojón ya y encima vas un poco tocado del alpiste y puedes convertirte en un borracho disfrazado dormido en el metro o si no vas borracho puedes ser el mamarracho del metro también. Lo mejor es que te encuentras a gente que puede ir a trabajar perfectamente y tú ahí con tu semidisfraz...

En resumen, disfrazarse es más para sufrir que para divertirse pero si no eres tú quien se disfraza y ves a los demás disfrazados te diviertes más pensando en lo mal que deben estar pasándolo dentro de sus máscaras y otros menesteres. Quiero hacer mención de alguno de los disfraces de mis amigos que eran geniales: unas de mejillones, otras de las gemelas del resplandor, una enfermera sexy de Kill Bill, unas ranas gustavos, el cuervo y su novio el piojoso muerto o algo así y yo del Zorro ¡¡por la justicia y la verdad!! o lo que quiera que dijera el Zorro...