Bienvenido a mi Mente

En este blog no tengo ninguna pretensión, simplemente voy a comentar cosas que me vayan ocurriendo o que se me pasen por la mente. Os espero cada poco para que veáis que va pasando, ni yo mismo sé qué podrá ser escrito aquí...

La tira de Garfield

jueves, diciembre 28, 2006

Vaya tarde

Ayer me llamaron para ir de compras y no se me ocurrió mejor idea que aceptar. Así que marché para el centro de Madrid, que en esta época da gloria bendita. Yo ya noté algo raro cuando el Metro iba como un tren borreguero de gente una tarde sin ser hora punta ni nada, pudiera ser que fueran con retraso los trenes o algo así. Según salí a la calle se confirmaron mis sospechas: estaba todo de gente hasta arriba y no parecía la tarde ideal para comprar nada. Total que nos fuimos para la primera tienda que había (no voy a dar nombres pero es una de esas muchas que pertenecen a esa firma española que todos conocemos que vende ropa caca super cara y que las dependientas van de negro). Al entrar, que parecía que regalaban algo, ya observé algo habitual en este tipo de tiendas pero que ayer era increíble. Aquello parecía el rastro: montoneras de ropas por todos lados, la gente alrededor de mesas de prendas de todo tipo amontonadas, novios paseándose con la mirada de vaca y resoplando por lo general, precios ajustadísimos para la calidad que se ofrecía... Me decía una amiga que no entendía por qué la gente dejaba la ropa así en montones sin doblar ni nada, la explicación es bien fácil: si hay alguien que lo doble por tí para qué vas a pasar tú por el suplicio de doblar la prenda.

Además, a todo el mundo le gusta tener una buena montaña de ropa en la habitación. ¿Os habéis fijado en vuestras habitaciones un monstruo de ropa que está ahí siempre y que cada vez es más grande? Pues aunque no os lo creáis debajo hay una silla. Yo no sé qué sería de nosotros sin la típica silla de la habitación ni dónde iría a parar toda esa ropa de días y días que se empeña en no irse sola al armario o a la lavadora según corresponda. Por lo general, hay mezclada ropa de salir con ropa de trabajar con ropa deportiva, sin ningún tipo de racismo ni distinción. Da igual que esté sucia o limpia. Por eso la gente amontona la ropa en las tiendas, para sentirse como en casa.

Otra cosa que he observado en las tiendas estas es la música, o más bien debería llamarlo "musicote". Madre mía, es la misma música que te ponen un sábado a las seis de la mañana ya en cualquier sitio y que tú lo bailas ya dándolo todo porque vas fino ya de copas. ¿Por qué te ponen esta música? Dicen que es para que compres más, yo no lo creo. Seguro que es para que la gente baile y lo de todo pero no entienden que sin alcohol la gente no se arranca a bailar así como así, además hay demasiada luz y no parece el ambiente adecuado.

Qué decir de las colas de los probadores, magníficas. Llegas y después de esperar veinte minutos a que quede alguno libre llegas a la chica o al chico que hay encargado y te pregunta: "¿cuántas prendas llevas?" y según el número que le digas te da un plástico del tamaño de una carpeta casi con el número de prendas que llevas. ¿Qué pasa? ¿Tengo cara de que se me va a olvidar el número de ropas que llevo cuando me esté cambiando? ¿Opinas que podría no saberme los números escritos? ¿Es que va a haber una rifa dentro? Además los probadores tienen unas cortinas que yo tengo la teoría de que son más cortas que la puerta del cubil ese, siempre hagas lo que hagas queda una rendija por donde todo el mundo te ve en calzoncillos. Y para cola en la caja, claro. No me explico por qué si hay cuatro máquinas de cobrar, sólo hay un dependiente cobrando. Además te ponen todo tipo de colonias pestosas en el mostrador de la caja para que las veas mientras te toca, yo ayer aproveché para poner fina a una de mis amigas de colonia. Se enfadó un poco total porque la eché medio frasco pulverizándola y olía a pachuli o algo peor.

Así anduvimos un par de horitas de tienda en tienda hasta que decidí cortar por lo sano y negarme a ir a ninguna más. Llegó el momento más esperado de la tarde: la cena. Nos fuimos a un restaurante de postín y de alta categoría que había por allí... el BurriKing. Parecía que regalaban algo, cómo estaba también de gente. Yo opté por una comida sana y equilibrada porque gracias a los excesos de estas fiestas hay que cuidarse: un doble Whopper, con un vaso grande de naranja y aros de cebolla. Una sabia y sana combinación de carne con verduras y fibras aderezado con unas salsas bajas en calorías (ketchup, mostaza y mahonesa). Una comida que te hace sentirte bien ligero a la par que sabes que haces bien en comer eso, que nunca te pesará en tu salud (ni en tus kilos)...

De esta manera pasé ayer la tarde. Si es que me busco unos entretenimientos geniales y total yo no compré nada porque alguien me ha comentado en algún momento que la semana que viene son las rebajas y me podré ahorrar unos duros comprando exactamente lo mismo. Las rebajas también tienen tela para cortar pero eso será otro día.

5 Comments:

Blogger Tito Kokin said...

¿¿A quién se le ocurre ir de compras en estas fechas?? Ayyyyy!! Seguro que tú no compraste ná!!

28 diciembre, 2006 11:10  
Blogger Meri said...

:DD Me he carcajeado a tu costa, no te ofendas. Vaya, te faltaba haberte aventurado con el coche entre las Obras Infernales del Madrid navideño!!
Pues prepara tus nervios para las rebajas, no es por nada, entrena un poco todos los días (metro, escaleras, padrastros...).
Yo paaxo!

28 diciembre, 2006 13:54  
Anonymous Anónimo said...

Me siento muy identificado contigo, Snif, snif...

28 diciembre, 2006 14:52  
Anonymous Anónimo said...

Hoy mismo me han dicho mis hermanas que tenemos que salir de compras de Reyes y a mi se me han puesto los pelos como escarpias :-(.

Este año estoy totalmente desganada, y no es que no me guste salir a comprar, y sobre todo con mis hermanas, pero es que seguro que me espera un panorama muy parecido al que tu has descrito, y es que de pensarlo se me encoge el estómago :-)

28 diciembre, 2006 18:21  
Blogger Bender said...

Por dios, odio ir de compras, me siento ridículo yendo con mis familiares a comprar a cualquier lugar. Me cabrea enormemente la indecisión femenina y las ganas de estar rebuscando y rebuscando.
Yo es que es llegar y pum, y ya está.
Nó y nó, que compren los que gusten de comprar.
Debería haber en todas las entradas de las tiendas, unos puntos con internet gratuito para que la gente que pase de estar detrás del que compra, se entretenga al menos, en vez de estar persiguiendo con cara de vaca, como bien has dicho.

Por cierto, vaya mono de comer en Burriking ese, deben de meterle droja a las hamburguesas esas, porque aunque no las cato desde hace 1 año, tengo unas ganas irrefrenables de ponerme como el cerdo que soy de productos de esos no-sanos.

29 diciembre, 2006 10:09  

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