El último
Hoy, que es mi último día de curro antes de vacaciones, toca cuento o relato o historia o como lo queráis llamar. A ver si os gusta, se llama "El último":
Había llegado el día de Navidad, otro año más. Este año tampoco vendrían sus hijos a comer con él, hacía muchos años que ni siquiera le llamaban para ver cómo estaba. A él ya le daba igual, sabía que seguramente sería la última Navidad que estuviera en este mundo. Había tenido una vida muy larga y ya creía que su hora estaba a punto de llegar.
Recordaba cuando era pequeño que vivía en el pueblo, al levantarse su madre siempre le tenía un cuenco de leche recien ordeñada y un mendrugo de pan del día anterior. Se los tomaba deprisa porque se tenía que ir con su padre o bien al campo a trabajar o si era día de mercado a vender ciertas cosas que hacían ellos mismos con las manos. A pesar de que era bastante difícil para él, al final consiguió aprender a hacer cestas de mimbre y a tallar figuritas de madera con una navaja. Todo lo que fuera aportar algo a la familia para comer era bienvenido. Su padre era un señor que prácticamente no hablaba, era hombre de pocas palabras como se suele decir. En el fondo sabía que su padre los quería con locura a él y a su hermana pero no era una persona que demostrara sus sentimientos.
Todavía se acordaba del día que murió su hermana. Una mañana, de repente, había cogido una rara enfermedad en aquel tiempo. El médico no sabía qué hacer, no conocía dicha enfermedad, poco a poco su hermana se fue apagando. Y a los pocos días murió. El ambiente en la casa cambió por completo: su madre perdió esa sonrisa que tenía siempre en su cara, su padre empezó a gritarles constantemente a él y a su madre, incluso él mismo ya no tenía ganas de nada por las mañanas. Simplemente se dejaba llevar.
Con el tiempo tuvo que marchar del pueblo hacia la ciudad, como otras tantas gentes para buscarse la vida. Allí conoció a su esposa, una hija de marqueses. Por supuesto, los padres de ellas estuvieron en contra de esa relación todo el tiempo ya que él era un pelagatos pueblerino que no tenía ni donde caerse muerto. Al final tuvieron que casarse a escondidas y marcharse a otra ciudad. Tuvieron tres hijos: dos chicos y una chica.
Lamentablemente su esposa murió antes que él. Sus hijos ya eran mayores cuando sucedió esto y se limitaron simplemente a ingresarle en un asilo ya que era un estorbo para ellos en esa casa. Apenas se alegró el día que se enteró que había sido abuelo. Nunca le trajeron a sus nietos a visitarle. Sólo su hija venía de vez en cuando a hacerle una visita de cortesía.
En fin, para el la Navidad era un día más. Había hecho lo que hacía cada día y apenas había notado diferencia. Ya era tarde, así que se metió en la cama, leyó un rato porque no podía dormir nunca sin leer, apagó la luz y se durmió. Ya no despertó nunca más.
6 Comments:
Triste pero real como la vida misma
Pues vaya humor gastas para ser tu último día antes de las vacaciones ...
Muy triste, pero es verdad que si tú no demuestras tus sentimientos no puedes esperar que los demás si lo hagan.
Joder como vamos, no? chulo pero lo deberías haber puesto el día q vuelvas a currar.
(Eres un artista incomprendido en tu epoca)
Es tan chungo y realista que da escalofríos...
Muy emotivo. Me gusta.
Joer, pues sí, es muy muy triste. Pensaba que iba a tener un final más feliz, pero lo has rematado al pobre.
De todas formas, como dice Tito, es una cosa tan real, hay gente que vive su vida en una plena soledad.
Que disfrutes las vacaciones, me ha gustado el relato.
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