Hacer los recados
Ahora que terminan ya las vacaciones de Semana Santa y estamos con la "depresión" del regreso al curro recuerdo cuando íbamos al colegio y llegaban las vacaciones. No sé vuestras madres pero la mía era automático que estuviera en casa y mandarme a hacer recados (a comprar a la tienda) cuando yo lo único que quería era o bien estar en casa vagueando o bien bajarme a la calle a jugar. Además parecía que estaba agazapada esperando la hora en que peor te sentaba que te mandara algo para hacerlo.
Uno de los recados favoritos de mi madre era mandarme a comprar al DIA, como bien sabéis es un supermercado de barrio bastante barato y bastante cutre al que ahora de mayor acudo con asiduidad cuando me voy de vacaciones a comprar lo necesario para las excursiones y a ser posible de la marca blanca del comercio. Otra cosa que caracteriza a estos locales es las largas colas y la incompetencia generalizada de la gente que está cobrando en caja. Mi madre me enumeraba la lista de artículos que tenía que comprar y yo, listo de mi, confiaba en mi buena memoria cuando eran pocas cosas para recordarlo. Me decía: leche, aceite, yogures y el pan. Y yo iba todo el camino repitiendo la lista... si no me encontraba con nadie por el camino o me pasaba algo fuera de lugar. Si ocurría algo de esto entonces rápidamente intentabas recordar la lista: leche, aceite... ¿qué más?, leche, yogures... hummm, yogures, el pan... Al final, llegaba a la tienda y de la lista que te había dado sólo recordaba una o dos cosas a lo sumo. Una vez allí tocaba esperar el cuarto de hora de cola aguantando a las típicas señoras que intentaban colarse, el "alguien va a pagar con 5000" mientras la gente estaba esperando a que la cajera dejara de dar gritos preguntando eso, etc... Al llegar a casa mi madre me decía (evidentemente) faltan los yogures y el pan. ¿No había? Yo era bueno y contestaba que se me habían olvidado... y la respuesta de mi madre era vete otra vez a por lo que falta (nooooooooooooooo) y cualquiera decía que no. Así que repetición de la excursión.
Otra modalidad era la lista apuntada en un papelito en la que ponía: ketchup del rojo, champú de papá, yogures de fruta, aceite de freir (sólo usábamos un tipo de aceite para todo pero mi madre especificada), salchichas finas y gordas, etc... Pero no detallaba cuántos de cada uno, eso sí que me lo decía de palabra. Total que bajaba al DIA otra vez con mi lista. Por supuesto, con todos los bolsillos llenos de bolsas de otros comercios porque en esta tienda te cobraban las bolsas a duro y mi madre por ahí no pasaba... costumbre que he heredado yo también porque hay que tener un orgullo y no pagar las bolsas de plástico. Al llegar cogía una de esas cestas de plástico que había para los clientes para ir recolectando e iba echando una cantidad que yo estimaba conveniente de cada producto porque no recordaba cuánto me había dicho que tenía que coger de cada cosa. Los problemas gordos venían cuando algo de la lista no lo había. Entonces se podía optar por dos opciones: coger algo de otra marca lo más barato posible o no coger nada. En ambos casos la minibronca estaba asegurada porque si cogías algo de otra marca te decía que para qué coges esa marca ya que era más cara o no la usábamos nunca y si no cogías nada te decía que por qué no habías traído eso mismo pero de otra marca... En cualquier caso siempre había algo que reprochar. También me comentaba mi madre que por qué había comprado tantos botes de tomate si ella sólo me había dicho dos, a ver quién se atrevía a decirla que no me acordaba cuántos me había dicho... Lo mejor era aguantar callado el chaparrón para poder irse a jugar o a hacer cualquier cosa cuanto antes. Mi madre no dejaba margen a la improvisación. Hicieras lo que hicieras cuando había algún imprevisto no la convenía.
Además esto lo que hacía era que cuando bajabas sin bolsa porque habías salido corriendo o cualquier otra cosa te anulaba el cerebro para comprar una por un duro (5 pesetas) e ibas cargando con todas las cosas en los brazos como una mula no vaya a ser que...
Otro sitio para los recados era ir a por el pan o a cualquier otro lado que hubiera que pedir la vez y que al tener 9 años todo el mundo te ignora al pedirla aunque estés gritando a grito pelado "¿la últimaaaaaaaaaaaa????" o "¿quién da la veeeeeeeeeeeeez?". Al final alguien se daba cuenta de tu existencia y te decía: una señora que acaba de irse a la carnicería pero que ahora volverá. Total que allí te quedabas pensando en tus cosas esperando a que te tocara y la señora de la carnicería sin venir... al final te toca y justo en ese momento viene la señora de la carnicería gritando "¡¡¡que me toca a miiiiiiiiiiiii!!!". En efecto, te aparta a un lado y se pone a pedir. Alguna encima tenía la cara de decir que me estaba colando o algo así y no podías hacer nada contra una señora mayor con tus 8-9 años en el cuerpo. Estaba muy bien cuando un recado aparentemente corto como el del pan se convertía en sus buenos 20-30 minutos tirados a la basura porque la panadera se ponía a hablar con todas las señoras y señores que iban delante de ti una media de 5 minutos al conocerlos a todos antes tu desesperación y ganas de irte a hacer tus cosas de vacaciones.
Las vacaciones del colegio eran divertidas salvo estos pequeños inconvenientes que nos ponían nuestras madres por nuestro bien... o eso pensaban ellas. Ahora que soy mayor y estoy de vacaciones mi madre me sigue mandando a hacer los recados al DIA o a comprar otras cosas pero ahora tengo el tamaño, la edad suficiente como para enfrentarme a las señoras asesinas de las tiendas y la capacidad de improvisación ante imprevistos.
5 Comments:
q razon tienes......
q sabio eres......
pero el Dia se merece todo mi respeto ejejeje.
Por cierto, quiero cambiar mi longi de honor para EL Fary
jejejejje
jajajajaja, esto me recuerda muchísimo a cuando yo era pequeña. Aunque yo debía ser masoca porque me molaba ir a comprar, me sentía como más mayor, y me gustaba esa pequeña responsabilidad.
Yo recuerdo la primera vez que fui a la panadería a comprar pan y media docena de huevos, sólo llegaron 3 huevos 'vivos' a casa, los demás se rompieron en el camino, joooo...es que me tropecé y 3 de ellos amortiguaron la caída xDDDDDDDd
Piensa que era una especie de entrenamiento para tu vida adulta,jeje.
Qué bueno, y sigues llendo a por el aceite de freir??, jeje
Ya te vale, mira que plantear las compras como una odisea...
Yo no recuerdo tener problemas de ninguna clase, incluso era divertido, parecía que eras mayor o te hacías cargo de una responsabilidad.
Lo que tampoco recuerdo es que el comercio estuviera tan abarrotado como para pedir la vez.
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