La Caja Roja
Hoy como está el día asi regular, es día de cuento para estar así más tranquilitos y eso:
No lo podía creer, la magia había vuelto. O eso creía cuando hizo venir desde la cocina una rebanada de pan. Era inaudito, con el mero hecho de desearlo lo había conseguido. Ya, de pequeño, su abuelita le había contado que antiguamente las personas de ese reino disponían de poderes y magia para todo: araban el campo mágicamente, iban flotando en vez de caminando, podían mover cosas sin tocarlas, etc... pero un buen día la gente dejó de tener esas cualidades y nadie supo explicar por qué.
No se atrevía a contarle a nadie la proeza de la que había sido capaz no fuera a ser que le trataran como un bicho raro y apartarle, pero por otro lado pensaba que si antes la gente lo hacía quizá le tratarían bien. Él ya había notado algo raro y cosquilleante en su interior el día que encontró aquella cajita roja haciendo agujeros en el establo de su choza. Era una caja más bien pequeña, roja (ya lo he dicho antes), y poco más; pero cuando uno la cogía en sus manos notaba algo especial. Otra cosa rara que tenía la caja es que no se podía abrir, hicieras lo que hicieras no podías hacer nada para abrirla. Él incluso había hecho que su caballo pasara por encima de dicha caja y no consiguió ni hacerle un rasguño. Era rara pero notaba que no era nada usual.
Hasta que hizo el portento. Decició ir a contárselo a su abuelita, total ella ya era mayor y le comprendería. Echó la caja roja en un zurrón que siempre llevaba cuando salía a pastorear y se fue caminando hasta la aldea donde vivía su abuela. Por el camino pensó: "estoy un poco cansado de caminar, voy a intentar ir volando, ahora que supuestamente tengo poderes y magia". Dicho y hecho: se concentró un poco y vio, con un poco de miedo, que sus pies se levantaban del suelo. Al principio esto le aterró pero luego le pareció divertidísimo.
Tras un rato de hacer el tonto volando por el campo, llegó donde su abuela. La abuela se puso contentísima de que su nietecito le visitara, ella ya era muy mayor y casi no podía moverse de casa. Tampoco la visitaba demasiada gente, en ese lugar a los mayores no se les cuidaba demasiado bien e incluso se los marginaba. El chico le contó a su abuela de lo que había sido capaz y ella le miraba cada vez más extrañada. Al final le confesó lo de la caja. Ella, cuando la vio, se echó a llorar. "¿Por qué lloras abuelita?" dijo él, "esa caja es la mayor fuente de desgracias que ha habido en este reino, se han derramado litros y litros de sangre por ella. Cuando yo era joven un viejo me confió dicha caja para que la escondiera y la hiciera desaparecer de la vista ya que hace que su dueño tenga poderes y además sea inmortal. Muchos reyes matarían por tenerla para vivir y gobernar para siempre... deshazte de ella cuanto antes o déjala donde la hayas encontrado si no quieres atraer la desgracia sobre tí","pero abuela, esta caja me ha hecho recuperar los poderes que nuestra gente ha tenido siempre", "tú verás hijo, pero esa caja sólo trae desgracias".
El chaval se fue para su casa, esta vez sí, caminando y un poco pensante. Su abuela puede que tuviera razón, él sólo quería llevar una vida tranquila sin preocupaciones. Comer bien, salir al campo a trabajar tranquilamente, no quería líos de ninguna clase. Pero por otro lado, los poderes eran tan maravillosos, podría vivir tan descansado y, encima, ¡¡podría vivir para siempre!!. No sabía qué hacer.
Al día siguiente le llegó la noticia de que su abuela había fallecido. ¡Ay si su abuela se hubiera quedado con la caja no hubiera fallecido!. Fue al entierro de su abuela y cuando volvió se encontró con la casa desvastada por un incendio, todos los animales habían escapado y observó que alguien se había dedicado a destrozar todo su huerto. Le habían dejado una nota en un árbol: "devuélvenos la caja o el siguiente serás tú". Era un precio demasiado alto por tener poderes. Había terminado toda su vida de tranquilidad, pero no quería desprenderse de la caja.
Decició coger la caja y vivir para siempre, pero huiría de los que le perseguían y se escondería en un país muy lejano. Así que cogió el zurrón donde llevaba la caja y echó a volar en dirección oeste hacia los reinos donde, decían, no se conocía nunca la tristeza.
Esta historia pasó hace muchos años, se cree que este chico sigue vivo aún en posesión de la caja y ha conocido muchos siglos. Pero también se dice que vive muy solo ya que atrae las desgracias porque tiene la caja y por tanto nadie quiere estar cerca de él. Pero esto no es más que una leyenda y no sabemos si será cierta o no...
Espero que os haya gustado, ¡Hasta el próximo!.
2 Comments:
que caja roja es esa con esos poderes? la de nesle o que?
jejeje, se me han adelantado en el comentario. Aunque pensándolo mejor yo creo que lo que hay en la caja es mariguapis de esa verde que se le hecha a los cigarros para aliñarlos. Y por eso el nene lo está flipando continuamente....
Buen cuento.
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