No puedo resistirlo

No puedo resistir poner también la segunda parte del post anterior que trataba del Careto de la Suerte ahora os copio también la página El Monigote de la Felicidad. Esta vez trata sobre muñecos de marcas más o menos conocidas. Seguramente reconozcáis muchas también de aquí. Os transcribo también el texto que dejan ellos en su página y además os recomiendo una vuelta por ahí:

Hay un grupo de científicos multidisciplinares que estudia ciertos logotipos e iconos populares (preferiblemente sonrientes) que, si bien han pasado desapercibidos a lo largo de nuestra vida cotidiana, poseen un origen más inquietante de lo que podría sospecharse. La primera aparición del monigote de la felicidad (o de la suerte, según las fuentes) data de 1899, cuando el Dr. Jones puso un anuncio ilustrado en un periódico. Después de escasas modificaciones externas, se le relaciona con Joseph Meurre, el inventor de aquel juego consistente en cinco bolas metálicas que cuando se balancea la primera golpea a la última. Más tarde, para sorpresa de los investigadores, en una fotografía del mismísimo Adolf Hitler se halla un dibujo de similares características a la altura de su cuello. Ésta es nuestra selección de logotipos risueños, entre los que encontraréis al inigualable camarerito de Supperdupper.

El camarerito de Supperdupper. El chavalito sonriente de Risi.

La niña de los Palotes (versión antigua). El astronauta del chicle Cosmos (año de la polka).

El especulador del Monopoly. El cocinero de Churruca.

Los negritos de Conguitos. La ranita de pipas y polo-flash Kelia. El pequeño de los Martínez, especialista en sobaos. El monigote más gordito del mundo del neumático también sonríe (gracias por recordármelo, Papá Piquillo). Diseño clásico y actual de Mr. Propper (Don Limpio cuando se hizo metrosexual). Maestro cervecero (ahora cualquier establecimiento tiene su propio monigote). El gorrilla de Travesa, de perfiles inacabados. La sirvienta de Scotch-Brite se ligó al camarerito gracias al carmín de sus labios. Icono clásico con mostacho: "cuando haces pop ya no hay stop". Gambrinus antes de su fase de estilización. El señor Grefusito se siente el rey de la fiesta.

El negrito de Catunambú, con sombrero cordobés y traje corto, se toma el descafeinado de media mañana. El Elefante se aferra a la última pipa sobre la faz de la tierra (y en el interior de la bolsa, varios pistachos sorpresa). El panaderito del Polvillo tiene buena cara incluso de madrugada por la satisfacción del deber cumplido. La panaera se afanaba sobre la harina hasta que el panaderito del Polvillo le robó el corazón. El sol de Tosfrit no usa gafas de sol por el calor, sino porque es invidente (y suele sudar la gota gorda). El puño absolutista de Lidl. Los chiquiprecios también pueden ser malévolos. El Naranjito no es imagen de ninguna marca, pero siempre fue nuestra máscota más humana (cortesía de Papá Piquillo). Como dice Papá Piquillo, M&M's o "la versión yanqui de nuestros lacasitos". El sugus de piña destacaba entre sus congéneres blanditos, hasta el punto de que decidió emanciparse y salir de la bolsa. El cocinerito atlético, emblema de un restaurante japonés (gracias, Manito FC). El logo de los Cazafantasmas (en este caso el icono no es sonriente, comprensible al tratarse de un espectro cazado). Un monigote súper-ecológico: el contenedor de vidrio. La ballenita de Arance te alicata el cuarto de baño en un santiamén (y la Ri me lo recordó).